Prefacio de Pierre LORY al libro Maqamat al-Samt de Lwiis Saliba, traducido al español
El lector de este libro se dará cuenta rápidamente de que se encuentra con textos que no son en absoluto corrientes. La razón de este descentramiento es el tema central: el silencio. El lector pronto se dará cuenta de que no se trata de consideraciones, reflexiones o poemas sobre el silencio, en el sentido de que el silencio es aquí un objeto de estudio. Más bien, las páginas de este libro se inspiran en el silencio meditativo, se originan en él. La magnífica Canción del silencio (Unshûdat al-samt), por ejemplo, no es un poema escrito para evocar el silencio como se describiría un objeto. Es un canto al silencio en el sentido de que procede de ese espacio interior, que nace él mismo de la experiencia de la quietud del alma; refleja un estado de ánimo en el que las palabras ya no tienen su función ordinaria. En la vida cotidiana, las palabras transmiten experiencias comunes: “he tenido un bonito sueño”, “la comida ha sido excelente”, “esta filosofía es pesimista” son frases que transmiten información conocida tanto por el hablante como por el oyente. Ambos sueñan, comen y piensan a menudo.
Para este libro, la situación es diferente. En nuestras grandes y ajetreadas ciudades es muy raro encontrar personas que hayan experimentado una dimensión de silencio interior, por lo que no es una experiencia común y compartida de la que se pueda hablar fácilmente. El Dr. Lwiis Saliba lleva muchos años investigando la espiritualidad. Este camino le ha llevado a frecuentar a los verdaderos maestros y a experimentar con ellos periodos de silencio y de retiro prolongado. Aquí da testimonio de ciertos momentos, de ciertas experiencias vividas durante estas peregrinaciones interiores:
“Oh, mi fuente, mi creador y mi apoyo
concédeme sólo una de tus gracias
Permíteme sumergirme en Ti al menos por unos momentos. (“Yâ manba’î, mukawwinî wa-mu’înî…“, página 61.
Este aspecto vivido da todo su interés a estas páginas; lo que exige del lector, a su vez, una atención muy particular, una escucha.
El primer texto es una conferencia sobre las experiencias del silencio en las grandes tradiciones religiosas. No tiene una
aca-démico. Aunque es un especialista en el campo de las ciencias religiosas, Lwiis Saliba no intenta elaborar un cuadro comparativo de las prácticas de retiro silencioso. Se limita a ofrecer una muestra de grandes figuras espirituales (Jesús, María, Muha-mmad; Charbel Makhlouf, varios grandes sufíes; Chandra Swâmî), así como citas de textos cristianos y musulmanes (hadîths en particular), hindúes, budistas. Lo que se propone no es un análisis puramente conceptual, sino una evocación de la inmensidad del papel del silencio interior. Esto, en el ambiente agitado y ruidoso de las sociedades contemporáneas, es en sí mismo un reto. La mayoría de nuestros contemporáneos no ven la “utilidad” (¡!) de permanecer en silencio; y si se presenta la oportunidad, la ausencia de relaciones orales pesa sobre la mayoría de nosotros. Este libro nos invita a conocer otra vida posible:
“En el silencio, vivo como si fuera dos veces
en la acción y en la contemplación – un estado espiritual en dos” (“Fî al-samti la-ka’annanî ‘ishtu marratayn…“, página 65.
La publicación de este libro me recuerda el inesperado éxito de la película de Philip Grôning “El gran silencio” (2006). Este largometraje (2 horas y 40 minutos) ofrece al público imágenes de la vida de los monjes cartujos, que se dedican al silencio absoluto. No ofrece ningún comentario explicativo, sólo secuencias que muestran a los monjes en oración, las liturgias, la naturaleza de las montañas circundantes; tampoco se ofrece música, sólo los sonidos reales del monasterio (campanas, viento)… Sin embargo, esta austera película se agotó, atrayendo a más de cien mil espectadores en Francia, Alemania, España, Italia… Hay que reflexionar. La necesidad de vida interior no se expresa hasta que se muestra (mediante una película, o aquí mediante un libro) que el acceso a ella es posible, que algunos hombres la han satisfecho realmente.
Por supuesto, el silencio no puede describirse ni alabarse como una técnica de bienestar. No hay una única forma de silencio; cada persona, en cada momento de su vida, puede entrar en contacto con su propia verdad en su propia calma interior.
Boutens
Lo que el libro de Lwiis Saliba sugiere por escrito, o la película de Ph. Grôning visualmente, son testimonios entre otros, vividos por ciertos viajeros del absoluto. El lector es libre de disponer del mensaje transmitido como quiera, y de escuchar la voz particular que surge en su interior, a la que alude Chandra Swami (página…). El propósito de este silencio, particular para cada persona, fue evocado en el siglo pasado por P.C. Boutens:
“Silencio, calla; silencio, con pasos de plata
avanza hacia la noche.
Lo que no se puede decir de alma a alma
en el parloteo ocioso del día
pronunciado desde el aire,
claro como una estrella rompiendo en la luz,
lejos de la mancha del lenguaje o del signo,
Dios en cada uno de nosotros”.
De esta fuente proceden también los dos poemas de Lwiis Saliba escritos en dos ciudades santas, Benarés y Amritsar, y dedicados a ellas. Estas ciudades pueden parecer lejanas, ajenas a los que nunca han estado allí, incluido yo mismo; percibidas en el silencio de la meditación, dejan de ser meras ciudades terrenales, o incluso lugares religiosos en el sentido ordinario de la palabra. Se identifican con una realidad que no sólo es externa, sino también interna. Se convierten en lugares en y para el alma. Como escribió otro poeta de la tradición occidental, O.V. de Milosz:
“¡Oh, Jerusalén!
No eres un desierto de piedras ligadas con cal, arena y agua
Como las verdaderas ciudades de los hombres,
Pero, dentro de lo Real, en el silencio de la cabeza,
El mudo deslizamiento del oro interior.
Esta profunda quietud interior, esta silenciosa maravilla, no podemos hacerla nuestra simplemente con nuestra voluntad o nuestro esfuerzo. Lo que sí podemos hacer, sin embargo, es responder a esas llamadas transmitidas por el Dr. Lwiis Saliba, para hacer nacer la aspiración, el deseo profundo, llamando con él: “Que yo sepa ahora” (“¡Yâ layta-nî al-âna a’rifu!”).
Pierre Lory
París, 10 de febrero de 2007