La risa en la tradición árabe-musulmana y el Yoga de la Risa Discurso del Dr. Lwiis Saliba en Zoom Miércoles 20/10/2021

La risa en la tradición árabe-musulmana
y el Yoga de la Risa
Discurso del Dr. Lwiis Saliba en Zoom
Miércoles 20/10/2021

Rara vez nos reímos, especialmente en estos días difíciles: los días de la pandemia de Covid y las graves crisis políticas, económicas y financieras en el Líbano y el mundo árabe. Mientras que nuestra cultura árabe y las tradiciones libanesas nos invitan y animan insistentemente a reír. Esto se refleja en proverbios árabes comunes.
El primero de ellos es el que dice: “Ríe y el mundo reirá contigo, llora y llorarás solo”. Este viejo proverbio expresa un hecho científico que ya está demostrado: la risa es contagiosa y comunicativa por naturaleza. Esto es lo que siempre experimentamos en nuestras reuniones y conversaciones. En cuanto alguien se ríe, el resto de los presentes empiezan a reírse.
También hay un proverbio árabe muy arraigado que dice: “El mal de la calamidad te hace reír”. Se trata de una invitación explícita a reírse cuando la calamidad golpea, en lugar de llorar convulsivamente o enfadarse. Ojalá podamos adquirir esta reacción, este reflejo, porque nos evita muchas tensiones y nos protege del estrés del que somos presa en nuestra vida diaria. No debemos olvidar que la risa es una de las características del hombre. Los animales no conocen la risa, mientras que las convulsiones, la irritación, la ira y la violencia son reacciones animales que hemos heredado de nuestros anteriores ancestros Homo sapiens, y que no hemos experimentado hasta ahora. ¿Cómo podemos liberarnos de ellos? Porque nos gobiernan e incluso nos controlan.
La gente suele evitar a una persona malhumorada e incluso huir de ella. Mientras que a ellos les atraen las caras sonrientes y risueñas. Y el proverbio libanés dice sobre una persona que hace muecas a menudo: “Su cara no se ríe de una barra de pan caliente”. Se trata de una invitación clara y explícita a reírse en la cara del sustento para atraerlo, y el pan es el símbolo del sustento, por lo que se llama “vivo”. La regla popular es: “Sé optimista sobre lo bueno y lo encontrarás”. Se trata de una regla paralela y sinónima al proverbio antes mencionado: “Ríe, y el mundo reirá contigo”.
Otro proverbio árabe es la invocación que los reidores repiten después de cada carcajada: “Que Dios nos conceda el bien de esta risa”, que es otra prueba de que la risa en sentido general es ‘buena’ y auspiciosa.
Hoy en día, la investigación científica ha demostrado que la risa libera las hormonas de la alegría, como las endorfinas, la dopamina y otras. Y que no hay diferencia entre la risa simulada y la espontánea, ya que sus efectos positivos sobre el organismo y su fisiología son los mismos. De ahí la importancia de la práctica colectiva de la risa: basta con reírse en una sesión, como hemos dicho, para que los demás se rían. Así, en la congregación, el período de práctica de la risa se prolonga porque la risa es de naturaleza comunicativa y contagiosa, como hemos indicado: en cuanto una persona termina, otra comienza y así la risa continúa y apenas termina. Esto es lo que una persona no tiene cuando se ríe sola. Todo el mundo conoce la importancia del ambiente de alegría para difundir la felicidad, por lo que todo el mundo la busca. También se observa que basta con que una persona se obligue a reír primero, para que su risa continúe espontáneamente. Un simple esfuerzo al principio es suficiente para entrar en el mundo de la risa. El punto, o el breve período de transición entre los dos mundos de la seriedad y la risa, requiere un cierto esfuerzo por sí mismo, y luego las cosas siguen de forma natural. La risa colectiva pone a los presentes en la misma onda y armoniza los corazones, de ahí su importancia para difundir la no violencia y la paz.
Concluyo con mi experiencia en este campo. Se remonta a febrero de 2001. Fue entonces cuando viví en la India en el ashram (o monasterio) de Chandra Swami, el sabio y silencioso Maestro Muni “yóguico”. Con su bendición permanecí en silencio durante un período de aproximadamente un mes, durante el cual, a su manera, me limité a escribir lo que quería decir sin pronunciar una palabra. En las reuniones nocturnas del público del ashram, a menudo tenía estallidos espontáneos de risa. El más mínimo gesto, movimiento o sonrisa por su parte me hacía estallar de risa. Al principio me daba mucha vergüenza reírme en presencia de un maestro consumado, un anciano sabio y venerable, sobre todo porque habíamos sido educados en una estricta e injusta norma de conducta que prohibía reírse en presencia de los ancianos, y que decía: “Reírse sin motivo es de mala educación”. En cuanto a él, su primera reacción espontánea me sorprendió. Escribió a los presentes: “Ved cómo le absorbe la risa y cómo todo su cuerpo reacciona a la misma y la expresa”. Simplemente les invitaba a reír como yo lo hacía. Y una vez, animándome, escribió: “En el silencio está prohibido hablar, pero la risa es deseable”.
Hasta el día de hoy, cada vez que recuerdo esos momentos de risa en presencia de Chandra Swami, siento una alegría interior y una sonrisa, o incluso una carcajada aparece en mi rostro.
Unas palabras para concluir: la risa cuesta menos que la electricidad, que se corta muy a menudo en casa, ¡pero da igual de luz!
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