Teresa de Ávila (3)
La naturaleza del cuerpo y su vínculo con el alma en el yoga
y en Teresa de Ávila
Notas de una conferencia del profesor Lwiis Saliba sobre el Zoom
Miércoles 25/8/2021.
- Cómo se relaciona el yoga con el vagabundeo de la mente?
El yoga enseña a conocer la naturaleza del cuerpo y la mente y la relación dual entre ambos. Esto promueve la práctica correcta. El yoga, a diferencia de la filosofía griega y el cristianismo, no considera el cuerpo como una fuente de pecado. Insiste en la coherencia, la correlación entre el cuerpo y la mente.
Swami Chidananda explica que la mente y el cuerpo no son dos vasos separados sino que se comunican. La correa de transmisión es la energía vital. Si el cuerpo se calma, la mente se calmará. Es necesario un conocimiento profundo de la naturaleza del cuerpo y de la mente para poder manipular estas naturalezas en la práctica.
La naturaleza de la mente es errante, como un saltamontes. “Es una mente saltarina. Cuanto más intentes cambiar tu mente a la fuerza, más reaccionará la mente para liberarse de mil maneras. “El yoga habla del principio del segundo elemento, por ejemplo, las posturas y los pranayamas. Luchar contra algo, contra una distracción, es alimentarla. Pero si no te preocupas por ello, lo normal es que desaparezca por sí solo.
- El punto de vista de Teresa de Ávila (AT) sobre el vagabundeo de la mente.
Ella era intuitivamente consciente de esta naturaleza errante de la mente y de cómo controlarla. “El alma participa en los problemas y cambios del cuerpo y sus estados de ánimo. El AT era consciente de esta naturaleza errante de la mente y de su tratamiento. Los meditadores ya no deben escandalizarse ni desanimarse por esta continua inquietud. Habla desde su propia experiencia. Redescubre los principios del yoga: no resistirse a las ideas, pues eso sería alimentarlas. “Cuanto más se intente forzar el alma, peor será y el problema continuará. Así que no fuerces. Básicamente prescribe lo que aconseja el yoga: “El último tratamiento al que llegué tras años de práctica es que no hay que interesarse por la imaginación, sólo Dios es capaz de arrancarla”. cf. Historia de Jacob, que soportó a su primera esposa Laia, así como la opresión de su suegro, con la esperanza de conseguir a su hermana Raquel, a la que amaba, en matrimonio. Así, uno soporta la agitación mental con la esperanza de lograr la unión con Dios.
Esta imagen es bastante interesante e inteligente. No hay que aceptar que esta imaginación priva de la dicha que la meditación puede dar en otros niveles. TA admite que tiene poca concentración, pero en realidad este es el problema de todos los principiantes. Da un buen consejo: “Hay que saber, tener el arte de gestionar nuestra debilidad sin presionar nuestra naturaleza. Cuando el meditador sea consciente de la naturaleza de la mente y de su inquietud, no será culpable de ella y sabrá cómo tratarla.
La mente quiere cambiar mientras que al cuerpo le gusta la rutina. Se pueden variar las prácticas: contemplación, mediación, lectura meditativa…
Chidananda comenta a Patanjali la naturaleza de la mente: hay que utilizar la sabiduría cuando no se puede controlar la mente: concentrándose en los centros, o recitando “Om” o un mantra. También hay que ser capaz de sentir cuando la propia concentración se convierte en un obstáculo. Hay que aceptar que la mente tiene sus límites en la capacidad de concentración. Uno llega a estos límites, luego hay que saber soltar y volver a empezar de nuevo de un día para otro. Robert Kfoury indicó cómo variar los métodos de meditación. ¿En qué medida? Se puede descansar la mente, cambiar el método pero no hacerlo al azar. Saber continuar la meditación sin esperar resultados.
En este sentido, T A aconseja una cierta variedad, como en la alimentación física.
Saber dedicar tiempo a las distracciones útiles: el diálogo espiritual, los paseos por el campo, seguir la propia experiencia para saber qué hacer y qué evitar. “Cuando sientas un poco de ansiedad, trata de ir a un lugar donde puedas ver el cielo azul, ve a dar un pequeño paseo, no pienses que vas a perder el momento de la oración meditativa, porque Dios a veces ‘da’ en tiempos muy cortos, lo que no sucede durante largas horas de meditación. Dale a la mente unas vacaciones, deja por un día las largas horas de meditación, por ejemplo los domingos. Tener flexibilidad y discernimiento para adaptarnos a nuestras capacidades corporales y mentales. De este modo, escapó de los profesores demasiado liberales o, por el contrario, demasiado rigurosos.
San Antonio el Grande confirmó este enfoque: el poder de discernimiento es la base esencial para llegar a la meta de la santidad, es la madre de todas las demás virtudes. Añadió que muchos monjes tenían muchas virtudes pero no podían alcanzar la santidad porque les faltaba discernimiento. Esta es una regla muy importante para los monjes en Occidente y en Oriente.